28 may 2011

DOÑA AMBROSIA

Por Ricardo Cruz Chire




hoy muy de mañana me levante y salí como de costumbre a las faenas de mi trabajo, pero no me había percatado que es el 27 de mayo, día de la madre en Bolivia. Como muchos parroquianos, preocupado en mis quehaceres salí apurado por las calles, cuando oí muchas voces que decían ...felicidades doña Maria, felicidades doña juanita, felicidades doña Benita; unas tras otras se iban echando mixtura y con joviales gestos se daban un beso en la mejilla con una alegría rebosante en sus miradas.

En todo el trayecto de Llallagua hacia Ssiglo XX, donde se encuentra mi trabajo y vi las mismas escenas de abrazos y cariños entre todas las mamas dedicadas al comercio, al paseo rutinario o a la compra de los alimentos cotidianos. Pero cuando casualmente me detuve interrumpido por los fuertes sonidos de las moliendas (trituradoras de mineral), vi de pronto a una mujer anciana, que me miraba con unos ojos llenos de polvo y una cabellera despeinada por el viento fuerte que sopla por esta cordillera, le dije...buenos días señora como es su nombre, ella me dijo con una voz ronca y cansada:

- doña Ambrosia,

- pero, que esta haciendo doña Ambrosia,

- no me ve estoy trabajando,

- pero hoy es el día de las madres, Ud. debía estar festejando...

- para nosotras las palliris que será eso, no conocemos esta fiesta, me contesto.

- acaso no tiene hijos le pregunte,

- tengo muchos -me respondió- en total son doce mis hijos, pero ninguno de acuerda de mi, desde hace muchos años atrás, desde que mi esposo se murió no les veo, que será de ellos.

- y cuando se murió su esposo pregunte sorprendido,

- hace quinde años -me respondió- desde esa fecha mis hijos me dejaron y se fueron en busca de sus vidas, dos están en Santa Cruz, tres en la Argentina, cuatro en España y los últimos tres, no sé dónde estarán, se han ido sin decirme nada, no se nada mas de ellos.

Me invadió un dolor grande al ver como doña Ambrosia con un combo de fierro en las manos callosas y llenas de polvo golpeaba lentamente las rocas, una tras otra para rescatar el poco mineral de estaño, que quedaba entre las piedras, como queriendo desquitarse de su triste suerte y la bronca contenida que invadía su agobiado rostro mientras su boca masticaba un puñado de coca que había acullicado minutos antes de alzar su combo (martillo de fierro).

Me sentí impotente y lo único que atine a decirle

- eh. eh...felicidades doña Ambrosia por este día, realmente Ud. es una heroína, una mujer muy valiente, disculpe que le interrumpa en su trabajo, pero me sorprende como trabaja Ud. y a su edad en este día dedicada a las madres...,

- no se preocupe señor, no soy la única, mas arriba vas ha encontrar muchas otras mujeres, incluso, peor que yo, trabajan en lugares húmedos y hediondos, yo todavía estoy muy bien en este lugar.

- bueno doña Ambrosia cuanto respeto siento por Ud. hasta luego y que pase bien nomás este día -le dije, pensando en que cuantas mujeres de esta parte de las minas de Bolivia, de Siglo XX (Potosí), viven en estas condiciones , olvidadas por sus hijos, por el Estado, el destino y las amarguras de la vida.

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