El BCB tiene el único ejemplar conocido de Claudina, de José S. Oteiza
Aunque Juan de la Rosa, que Nataniel Aguirre escribió en 1885, es considerada en diversas esferas como la primera novela escrita por un boliviano, a nivel académico se sabe que antes, a inicios de la época republicana, hubo varios escritos de ficción que no alcanzaron la misma difusión ni trascendencia, y de los que casi no hay rastros más allá de hojas sueltas, ejemplares en mal estado o referencias en diversos escritos.
Se sabe también que en 1847 el argentino Bartolomé Mitre escribió en territorio nacional su novela Soledad, pero nadie, al parecer, sabe algo de Claudina, de José S. de Oteiza, el libro que atesora la Biblioteca Casto Rojas del BCB.
Este diario consultó con literatos e historiadores y recorrió cuatro repositorios de libros y documentos de La Paz, y no hay noticias sobre esta obra.
La publicación, que tiene los bordes avejentados y amarillentos, data de 1855. “La anterior jefa me entregó la novela personalmente porque es una joya bibliográfica”, relata Bustamante, que guarda ésta y otras piezas valiosas bajo llave y en su oficina.
Un tesoro
El ejemplar de 50 páginas no tiene tapa, pero conserva casi intacta su página de presentación, en la que se lee el título Claudina, abajo: “novela escrita por José S. de Oteiza”. Y la fecha: agosto de 1855, imprenta Paceña.
En la siguiente página empieza el “Preámbulo”, en uno de cuyos párrafos el autor confiesa: “no tenemos la presunción de escribir, por el contrario, paladinamente confesamos que este es nuestro primer trabajo literario...”. Luego viene el primero de 12 breves capítulos, El Hurmiri, y el último se llama Julián.
A modo de epílogo, hay una nota en la que Oteiza da más detalles de la historia. Pese a que no se pudo hallar a alguien que haya leído la obra, la última oración de esta parte quizás basta para dar cuenta de la trama. Dice: “la enfermedad de este hombre le vino de puro sentimiento por la muerte de la joven”.
Pero el misterio sigue. Nadie sabe a ciencia cierta cómo el ejemplar de Claudina llegó al BCB.
En 1988, cuando el repositorio hizo un inventario, fue hallado en una caja de cartón, en medio de libros y documentos antiguos donados por familias de escritores e intelectuales.
En la última página de la obra hay un sello que marca su fecha de ingreso a la biblioteca: 11 de diciembre de 1975. Tras la catalogación, 13 años después, recibió el número 018494.
Algunos empleados aseguran que la novela fue hallada y valorada durante el traslado de la biblioteca del piso 20 del edificio del BCB a su actual infraestructura, ubicada en la calle Ingavi, a unos pasos de plaza Murillo.
“Conservamos este libro como una joya bibliográfica de la literatura boliviana, a pesar de que la biblioteca es especializada en economía y finanzas”, dice Bustamante.
A investigar
El escritor e historiador Adolfo Cáceres Romero se confesó sorprendido al enterarse del hallazgo. Por todos los datos recopilados por Página Siete, afirma que será un gran aporte para la historia de la literatura boliviana, una vez que sea evaluada y estudiada.
“Hasta ahora, más allá de Juan de la Rosa, se considera como la primera novela de Bolivia o por lo menos el primer relato narrativo con características de novela a Claudio y Elena, de Vicente Ballivián”, que data de 1834 y tiene 30 páginas, comenta.
Mauricio Souza, docente de la carrera de literatura de la Universidad Mayor de San Andrés, no tiene ninguna referencia de Claudina ni de su autor, pero no descarta que estén mencionados en algún libro de la historia de la literatura boliviana, al igual que son nombradas muchas otras obras de esa época a las que no se tiene acceso.
Cáceres y Souza coinciden en que se trata de un interesante descubrimiento y que ahora el gran desafío es investigar.
Sikorina Bustamante recuerda que cuando asumió el cargo de jefa de la Biblioteca del Banco Central de Bolivia (BCB) recibió de su antecesora un encargo: proteger y priorizar un libro en especial, una edición original de “la primera novela boliviana”.Fotos: Wara Vargas / Página Siete
Bustamante sujeta la obra Claudina en la biblioteca del BCB. |
Aunque Juan de la Rosa, que Nataniel Aguirre escribió en 1885, es considerada en diversas esferas como la primera novela escrita por un boliviano, a nivel académico se sabe que antes, a inicios de la época republicana, hubo varios escritos de ficción que no alcanzaron la misma difusión ni trascendencia, y de los que casi no hay rastros más allá de hojas sueltas, ejemplares en mal estado o referencias en diversos escritos.
Se sabe también que en 1847 el argentino Bartolomé Mitre escribió en territorio nacional su novela Soledad, pero nadie, al parecer, sabe algo de Claudina, de José S. de Oteiza, el libro que atesora la Biblioteca Casto Rojas del BCB.
Este diario consultó con literatos e historiadores y recorrió cuatro repositorios de libros y documentos de La Paz, y no hay noticias sobre esta obra.
La publicación, que tiene los bordes avejentados y amarillentos, data de 1855. “La anterior jefa me entregó la novela personalmente porque es una joya bibliográfica”, relata Bustamante, que guarda ésta y otras piezas valiosas bajo llave y en su oficina.
Un tesoro
El ejemplar de 50 páginas no tiene tapa, pero conserva casi intacta su página de presentación, en la que se lee el título Claudina, abajo: “novela escrita por José S. de Oteiza”. Y la fecha: agosto de 1855, imprenta Paceña.
En la siguiente página empieza el “Preámbulo”, en uno de cuyos párrafos el autor confiesa: “no tenemos la presunción de escribir, por el contrario, paladinamente confesamos que este es nuestro primer trabajo literario...”. Luego viene el primero de 12 breves capítulos, El Hurmiri, y el último se llama Julián.
A modo de epílogo, hay una nota en la que Oteiza da más detalles de la historia. Pese a que no se pudo hallar a alguien que haya leído la obra, la última oración de esta parte quizás basta para dar cuenta de la trama. Dice: “la enfermedad de este hombre le vino de puro sentimiento por la muerte de la joven”.
Pero el misterio sigue. Nadie sabe a ciencia cierta cómo el ejemplar de Claudina llegó al BCB.
En 1988, cuando el repositorio hizo un inventario, fue hallado en una caja de cartón, en medio de libros y documentos antiguos donados por familias de escritores e intelectuales.
En la última página de la obra hay un sello que marca su fecha de ingreso a la biblioteca: 11 de diciembre de 1975. Tras la catalogación, 13 años después, recibió el número 018494.
Algunos empleados aseguran que la novela fue hallada y valorada durante el traslado de la biblioteca del piso 20 del edificio del BCB a su actual infraestructura, ubicada en la calle Ingavi, a unos pasos de plaza Murillo.
“Conservamos este libro como una joya bibliográfica de la literatura boliviana, a pesar de que la biblioteca es especializada en economía y finanzas”, dice Bustamante.
A investigar
El escritor e historiador Adolfo Cáceres Romero se confesó sorprendido al enterarse del hallazgo. Por todos los datos recopilados por Página Siete, afirma que será un gran aporte para la historia de la literatura boliviana, una vez que sea evaluada y estudiada.
“Hasta ahora, más allá de Juan de la Rosa, se considera como la primera novela de Bolivia o por lo menos el primer relato narrativo con características de novela a Claudio y Elena, de Vicente Ballivián”, que data de 1834 y tiene 30 páginas, comenta.
Mauricio Souza, docente de la carrera de literatura de la Universidad Mayor de San Andrés, no tiene ninguna referencia de Claudina ni de su autor, pero no descarta que estén mencionados en algún libro de la historia de la literatura boliviana, al igual que son nombradas muchas otras obras de esa época a las que no se tiene acceso.
Cáceres y Souza coinciden en que se trata de un interesante descubrimiento y que ahora el gran desafío es investigar.
Capítulo I: El Hurmiri
“Era la tarde del día 11 de marzo de 1847. Una nube rojiza con vetas negras anunció infalible de tempestad, se ostentaba sobre la cima blanquecina del Illimani. El astro del día al negarnos su encendida luz, diferentes obeliscos dibujaba en lontananza sobre aquella cabeza llena de canas, que parecía enorgullecida ...”.
Capítulo II: La pareja
“A estas horas sólo una pareja, sólo dos seres permanecían impasibles e indiferentes a la tormenta que se entendía sobre sus cabezas. En la estrechez de aquellas rocas, en la soledad de aquellos baños veíanse sentados sobre el césped dos jóvenes, un hombre al parecer de 30 a 35 años, de elevada estatura, de pelo largo y crespo...”.
Capítulo III: La confesión
“Después de algunos momentos de silencio en que hasta el torrente parecía suspender su curso y apagar sus aterradores bramidos, Claudia le dice: Julián, prepárate a oír sin interrumpirme. La guerra con el Perú parece inevitable; los periódicos anuncian un rompimiento entre ambos...”.
Capítulo IV: El relicario
“Nuestros lectores no habrán olvidado que en uno de los capítulos anteriores dijimos, ‘que por la abertura del Peti de Julían salía un relicario pendiente de una cadena de pelo: pues bien, aquel relicario era uno de esos recuerdos cuyo valor sólo podía apreciar debidamente la persona que conocía...”.
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