Resultado que, una, vez murió una hermana cholita Llallagueña (metáfora), que tenia unos bellos ojos verdes y un pelo rubio lacio. Todos estaban muy tristes por el fallecimiento de la joven.
La gente que se encontraba en el velatorio contaba que, al poco rato de estar allí, llego un hombre al que nunca habían visto. Éste se paro muy desconsolado junto al ataúd y estuvo un buen rato, llora que llora, hasta que después, se fue a sentar a un rincón sin parar de llorar.
A la mañana siguiente, fueron a enterrar a la difunta y una persona se acerco al hombre misterioso y le pregunto ¿Usted era pariente de la difunta? Se que la quiso mucho; a lo que el hombre respondió: No, ella solo era mi amiga, pero no me conocía.
El lugareño, muy extrañado al escuchar tan singular respuesta, le volvió a preguntar:
¿Cómo es eso de que era su amiga, pero que nunca lo conoció? Y aquel hombre tan extraño respondió con estas palabras:
Si, ella era mi amiga, lo que pasa es que ella siempre prendía una vela y velaba al alma mas perdida del mundo. Y esa alma soy yo.
La persona se fue muy confundida…
Se comento, también que, después, vieron al hombre que nadie conocía, cuando se estaba quitando su sombrero, y percibieron en su cabeza dos cuernos pequeños y que, además, no hacia sombra.
Y se supone que el único que no hace sombra es el alma mas perdida del mundo…Es El Diablo.
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